Decía Joan Coscubiela, diputado por IC-V en el Congreso: «este gobierno cuando habla miente y cuando calla engaña», lo que yo creo una visión cada vez más extendida entre la ciudadanía. Un ejemplo mayúsculo es el de Ana Mato cuando afirmó en el Congreso que: «no hay personas sin cobertura sanitaria en nuestro país» o que «las personas no pagan por los medicamentos que reciben en el hospital». Lo que contrasta con otra inexactitud expresada en sede ministerial «los fármacos incluidos en el copago hospitalario ya tenían copago antes». Bienvenida la ignorancia. El clímax del despropósito por tergiversar la realidad lo ha puesto de manifiesto La Sexta, entre otros medios, cuando detecta que en una nota de prensa ministerial se atribuían 2.472 millones de ahorro en el gasto farmacéutico al comparar malintencionadamente el gasto de septiembre de 2013 (744.426.033 €), con el de septiembre de 2011 (910.609.093 €). Este ahorro del 18% resulta falaz, ya que el comparador natural, que sería el gasto de 678.283.493 euros correspondiente a septiembre de 2012, indicaba que en lugar de un ahorro con el copago en curso se ha producido un aumento del gasto del 9,75%. Debido posiblemente al efecto de sustitución de fármacos sin receta por otros con receta, promovido en aquellos casos en que los pacientes tienen problemas económicos.
Si sumamos el conjunto de despropósitos, surge la siguiente pregunta: ¿es la verdad un lujo que no nos podemos permitir en la actualidad? La pregunta es pertinente porque nunca antes en democracia se había instaurado con tanta facilidad la mentira en el discurso institucional. Si los políticos mienten de forma tan grosera, cínica y evidente en temas esenciales para el ciudadano, ¿en quién pueden confiar estos últimos para gobernar lo público? A esta capacidad por falsear la realidad en los temas sanitarios, se une la manifiesta incompetencia en el manejo del discurso sanitario público. Si bien es cierto que el Ministerio tiene competencias limitadas, también lo es que retiene la competencia esencial de cara a la ciudadanía: el discurso sanitario. Estos tiempos de crisis obligan a tener como principal autoridad sanitaria a una persona capaz de promover y sostener un discurso realista sobre lo que significa y cómo se puede gestionar la sanidad pública en un periodo de crisis. Lamentablemente, con casi dos años como ministra, Ana Mato no representa este rol y sabemos más de ella por asuntos privados ajenos a la sanidad que por su protagonismo en el manejo de la misma. Escaso conocimiento, poca competencia e inseguridad en la puesta en escena ante lo público, asociado a la falsificación de la realidad; suponen una seria ofensa tanto para la ciudadanía como para los profesionales. A estos últimos comienza a dolerles no ver como máxima autoridad sanitaria a un verdadero «Primus Interpares».
Es muy cierto que el estado español sufre un problema manifiesto de liquidez, pero esta situación debe combatirse desde el manejo de la verdad, representada por los datos objetivos, y no desde la mentira o la ocultación de la realidad. Posiblemente, una mayor implicación de los profesionales en la gestión supondría una mejor detección y reducción de las bolsas de ineficiencia. Múltiples experiencias así lo demuestran, como la introducción de las estrategias del «lean management» en el mundo hospitalario. También mejoran la eficiencia una mejor gestión de los enfermos crónicos y los más graves desde la atención primaria. Las experiencias internacionales de detección y ejecución de estas estrategias muestran mejoras de eficiencia y gracias al compromiso de profesionales y centros permiten establecer políticas de ahorro compartido, por las que el ente pagador de los servicios, en un lado, y los centros y los profesionales, en el otro, se reparten estos ahorros. Se incentiva la creatividad y la innovación por hacerlo mejor, sin necesidad de aportar recursos económicos adicionales.
Este tipo de aproximaciones basadas en el conocimiento y compromiso profesional precisa personas capaces de liderar discursos sanitarios desde posiciones de poder que impliquen a los médicos y enfermeras. Los tiempos de crisis requieren una socialización de los problemas en busca de compromisos en la búsqueda de soluciones. Los que se quedan al margen se inhiben o actúan como francotiradores. Lamentablemente, lo que se da en nuestro país es más un discurso basado en la desconfianza mutua y en la imposición de recortes lineales y copagos, cuyo impacto en la salud de la población nadie parece estar interesado en evaluar.
¿Es la verdad un lujo?
El Dr. Albert Jovell falleció el pasado 26 de noviembre, a los 51 años de edad. Desde la presidencia del Foro Español de Pacientes, Albert Jovell alcanzó notoriedad por su defensa de los derechos de los pacientes y de una medicina más humanizada. En la actualidad era director del Instituto Global de Salud Pública y Política y miembro de la Junta de Gobierno de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), además de presidente del Foro Español de Pacientes, del que fue fundador. Su fallecimiento se produjo tras sufrir un rebrote del cáncer contra el que luchó durante más de 12 años. Poco antes nos había hecho llegar su colaboración habitual en Siete Días Médicos. Creemos que publicarla es el mejor homenaje que podemos hacerle.
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