No tenía fiebre y el dolor aumentaba con la deambulación acompañado de prurito en la misma zona. Entre los antecedentes obstétricos sólo tenía interés el parto reciente, normal y con episiotomía media. La exploré (confieso que con algo de prisa porque habían llamado desde paritorios) y observé una vulva eritematosa, con pequeñas excoriaciones superficiales. Como no había pasado ni una semana tras el parto no di importancia al dolor y debido a la irritación externa no le practiqué un tacto vaginal. Le diagnostiqué una irritación perineal y le aconsejé baños calientes y aplicación de una crema con corticoides. A los tres días la paciente regresó refiriendo un empeoramiento de los síntomas. Esta vez la vio un compañero que sí procedió a efectuar un examen completo, encontrando una esponja quirúrgica en el interior de la vagina.
Comentario del remitente: Me lo repito y me lo repito. Correr es meter la pata. Las prisas no son buenas consejeras para nada y en esta profesión menos. Todas las pacientes con la vulva enrojecida y con signos de inflamación precisan de un examen vaginal completo, practicado con delicadeza, para descartar la existencia de cuerpos extraños.
Extraído de: Algunos errores médicos propios y ajenos para aprender y meditar. Recopilador: M. Blasco Valle. Editado por GOPAr Grupo de Osteoporosis Aragón. Zaragoza