Los autores del artículo que aquí se comenta parten de la constatación de que en los últimos años está aumentando tanto la demanda como el número de pacientes graves atendidos en los servicios de urgencias hospitalarios; por tanto, estos servicios se han convertido en una de las principales procedencias de los pacientes graves que ingresan en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Sin embargo, a pesar de la mejora en las opciones terapéuticas que la medicina intensiva ofrece a estos pacientes, la mortalidad hospitalaria se mantiene constante, entre el 14 y el 44%. Además, los autores observan que tras el alta hospitalaria, el número de pacientes que han requerido un ingreso en la UCI se asocia a una mayor morbilidad y a una mayor necesidad de recursos sanitarios, así como a una menor supervivencia a largo plazo respecto a la población general.
Por todo ello, y en relación con la mortalidad, el nivel de inversión realizado y la importancia del servicio de urgencias hospitalario como fuente de derivación de los pacientes que precisan un ingreso en la UCI, los autores observan la necesidad de realizar estudios epidemiológicos locales que describan el perfil y la evolución de los pacientes graves que consultan en estos servicios.
El objetivo del presente estudio era describir las características epidemiológicas de una cohorte de pacientes que ingresan en la UCI de un hospital de alta complejidad desde el servicio de urgencias hospitalario, evaluar su supervivencia a corto y largo plazo y analizar los factores asociados a ésta.
Los autores realizaron un estudio de cohortes observacional y prospectivo. Incluyeron a 269 pacientes ingresados consecutivamente en la UCI desde el servicio de urgencias durante 18 meses. Presentaron los factores asociados a la mortalidad hospitalaria como Odds ratio (OR), y la mortalidad a largo plazo como Hazard ratio (HR). El nivel de significación aceptado fue del 5%.
Los autores observaron una mortalidad hospitalaria del 15%, y las variables con mayor impacto sobre ella fueron las complicaciones desarrolladas en la UCI: insuficiencia renal aguda (OR= 22,7) y dificultada respiratoria (OR= 51,2). Tras el alta hospitalaria, la mortalidad acumulada a los 12, 24 y 36 meses fue del 6, 11 y 15%, respectivamente. El grado de dependencia funcional (HR= 3,7), el cáncer (HR= 3,4) y las arritmias (HR= 2,4) fueron los factores relacionados con la mortalidad a largo plazo.
Los autores concluyen que el pronóstico de los pacientes graves que precisan un ingreso en las UCI desde el servicio de urgencias debe ser valorado después del alta, tanto para justificar la inversión en recursos sanitarios como para satisfacer la demanda de información de los pacientes. El fallecimiento durante el ingreso hospitalario de estos pacientes está relacionado con la edad y las comorbilidades, pero sobre todo con el nivel de gravedad y las complicaciones asociadas a la enfermedad aguda; sin embargo, estos factores son menos importante cuando se analiza la evolución a largo plazo. La supervivencia de los pacientes después del alta hospitalaria, ingresados en una UCI tras la consulta en el servicio de urgencias por una enfermedad grave, está determinada principalmente por las condiciones personales y clínicas, concretamente por el grado de dependencia funcional, la enfermedad oncológica y las arritmias cardiacas.