La enfermedad cerebrovascular o ictus se ha convertido en una de las patologías de mayor impacto, tanto desde una perspectiva social como económica. En España, el ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en varones, es el primer motivo de discapacidad y genera secuelas en la mayoría de los pacientes. Se ha comprobado que una parte de los afectados podrían tener limitaciones a la hora de acceder al tratamiento rehabilitador ambulatorio por su condición de pacientes pluripatológicos o por problemas para la accesibilidad a los recursos asistenciales. Por este motivo, López Liria et al. se propusieron describir las características de los pacientes que habían sufrido un ictus y habían sido atendidos por las unidades móviles de rehabilitación, y cómo influía el tratamiento recibido sobre su recuperación funcional.
Para ello realizaron un estudio descriptivo prospectivo en el que incluyeron a 124 pacientes que habían sufrido un ictus y habían sido derivados para recibir rehabilitación. Los criterios de inclusión fueron: pacientes derivados para realizar fisioterapia tras haber sufrido un ictus, existencia en su domicilio de barreras arquitectónicas o pacientes con pluripatología. Todos fueron evaluados previamente a la realización de tratamiento rehabilitador; se recogieron las siguientes variables: sexo, edad, tipo de ictus según los criterios del Oxford Community Stroke Project, número de sesiones recibidas por el paciente, índice de Barthel, escala visual analógica del dolor y escala neurológica canadiense. Los objetivos del tratamiento de rehabilitación fueron minimizar los efectos del déficit para recuperar la capacidad funcional previa, reducir las secuelas, aprender nuevas estrategias de funcionamiento y adecuar el entorno inmediato a las necesidades del paciente.
La muestra final estuvo compuesta por 106 pacientes; el 53,8% eran varones, con una edad media de 73,7 años. En cuanto el tipo de ictus, el 77,4% fue isquémico y el 22,6% hemorrágico. La media de estancia hospitalaria fueron 29,6 días. El motivo de derivación del paciente a las unidades móviles debido a comorbilidad fue del 63,2%, frente al 36,8% de pacientes que tenían barreras arquitectónicas en su domicilio. La media de sesiones de tratamiento invertidas en el domicilio fue de 13. En cuanto a la funcionalidad para las actividades de la vida diaria, medida con el índice de Barthel, se constataron diferencias significativas tras el tratamiento, pues se pasó de una dependencia grave a una moderada. Respecto al dolor referido al hombro, un 33% manifestó sufrir este síntoma, con una media en la escala visual analógica de 6 puntos al principio, que disminuyó de forma significativa a 2 tras finalizar el tratamiento. La escala neurológica canadiense mostró diferencias significativas, que revelaban una evolución favorable del paciente en cuanto a nivel de consciencia, orientación y lenguaje. El resultado final del proceso fue el alta por mejoría en el 56% de los casos.
Con estos resultados, los autores concluyen que el análisis de las características de estos pacientes facilita una mejor planificación de los procedimientos asistenciales necesarios para un adecuado tratamiento. Los resultados reflejan una mejora funcional de los pacientes tratados en las unidades móviles. La rehabilitación domiciliaria se plantea como una necesidad para las personas con mayor vulnerabilidad clínica y sin acceso a los cuidados ambulatorios.
López Liria R, Ferre Salmerón R, Arrebola López C, Granados Valverde R, Gobernado Cabero MA, Padilla Góngora D. Rehabilitación domiciliaria en la recuperación funcional de los pacientes con enfermedad cerebrovascular. Rev Neurol. 2013; 56: 601-607.