Los sueños siempre han intrigado al ser humano. Las primeras referencias escritas sobre los ensueños aparecen en Mesopotamia y Egipto. El registro del sueño de Dumuzi, rey de la ciudad sumeria de Uruk, fechado alrededor del año 2500 a.C., es un ejemplo de ello. Durante la Antigüedad y la Edad Media, los ensueños se consideraban una conexión con otro mundo –una manera de comunicación con los dioses– y se les atribuía cierto carácter profético. En la actualidad existe un amplio elenco de teorías sobre la naturaleza y funciones de los sueños.
Conviene recordar la distinción entre ensueño, o sueños (tipo de actividad mental que se produce durante el sueño), y sueño REM (estado cerebral asociado más estrechamente con el ensueño). El ensueño es, al menos en parte, una experiencia mental durante el estado de sueño que puede describirse en el estado de vigilia. En 1953 tuvo lugar uno de los avances más importantes en el estudio científico del sueño: el descubrimiento del sueño REM (sueño con movimientos oculares rápidos), que desde entonces se relacionó con los ensueños. En la década de los sesenta se comprobó que, aun siendo más probable que se recuerde un ensueño cuando el despertar se produce durante o inmediatamente después de una fase de sueño REM, los ensueños también se producen durante el sueño no REM (sueño sin movimientos oculares rápidos), lo que ha sido confirmado por estudios actuales En los últimos años ha aumentado el interés por el estudio de los ensueños, debido en parte a recientes datos en neurociencia cognitiva sobre el procesamiento de la memoria y las emociones durante el sueño que han demostrado la continuidad del procesamiento de la información en la vigilia y el sueño.
Los autores de este artículo analizan las teorías más representativas sobre cómo se producen y cuál es la función de los ensueños según el enfoque neurofisiológico, basado en datos aportados por la neurobiología, y según el enfoque neurocognitivo, cuya característica principal es que considera los ensueños como un tipo de cognición. Los autores persiguen el objetivo de integrar dichos datos y presentar una panorámica del estado actual de los conocimientos en este campo, importante en el estudio de la consciencia y la neurociencia cognitiva. Uno de los pasos importantes en el estudio de los ensueños es registrar y analizar su contenido. Para registrarlos se recurre a los denominados «informes o relatos del sueño». Existen varias maneras de recoger la información; la más fiable es hacerlo en un laboratorio del sueño, lo que permite, además de controlar las variables, despertar al sujeto en la fase del sueño que se desee para registrar la actividad mental en curso. Sin embargo, es un proceso muy costoso y tiene ciertas limitaciones. Una de ellas es que cierto tipo de ensueños, como los eróticos o las pesadillas, no se dan en estas circunstancias, debido probablemente a factores socioculturales El estudio del contenido de los ensueños permite analizar sus características. Diferentes sistemas de análisis de contenido apoyan la conclusión de que éste refleja las experiencias vividas en la vigilia, acorde con la hipótesis de continuidad. Una de las teorías actuales sobre el contenido de los ensueños es que refleja las experiencias con significado emocional para la persona, y que ésta incorpora al conjunto de recuerdos que constituyen su identidad. El recuerdo de los ensueños es más frecuente durante los despertares en el sueño REM, y se obtienen más relatos (en despertares tanto en el sueño REM como en el sueño no REM) cuando el despertar ocurre en la segunda mitad del sueño. Otros factores que influyen en el recuerdo son el estado emocional y el sexo; así, el recuerdo es mayor en estado de ansiedad y en mujeres.
El estudio neuropsicológico de los ensueños a partir de estudios de neuroimagen (tomografía por emisión de positrones, resonancia magnética funcional) muestra que el sueño REM se caracteriza por un patrón específico de activación cerebral regional. En el sueño REM se observa un aumento significativo de activación en el tegumento pontino, los núcleos talámicos, las regiones límbicas y paralímbicas, el complejo amigdalino, la formación hipocámpica y la corteza cingulada anterior, y en menor grado en la corteza temporooccipital. En contraposición, la región prefrontal dorsolateral, la parietal y la corteza cingulada posterior son las menos activadas. En consecuencia, se han elaborado mapas cerebrales en los que se localizan las regiones cerebrales implicadas en la generación de los ensueños.
En el enfoque neurofisiológico de la producción de ensueños existen múltiples teorías. Algunas defienden que los ensueños son fenómenos consecuentes a la actividad cerebral propia del sueño REM. En cambio, otros autores, basándose en el estudio de pacientes con lesiones cerebrales, defienden que los ensueños están controlados por mecanismos cerebrales distintos a los que generan el sueño REM, y sostienen que en la generación de los ensueños la dopamina y el sistema de sistema de recompensa cerebral desempeñan un papel importante.
El enfoque neurocognitivo, que considera los ensueños como un proceso cognitivo, sostiene que el procesamiento cognitivo que tiene lugar durante la vigilia y el que ocurre durante los ensueños siguen los mismos principios. Así pues, intenta determinar las diferencias y semejanzas entre la cognición de la vigilia y la del ensueño. Se centra más en explicar la generación y procesamiento de la información en los ensueños que en su posible función. Aunque la función del ensueño sigue sin determinarse, desde hace décadas se sabe que el sueño es un proceso activo que desempeña un papel importante en la consolidación de la memoria. Los ensueños podrían tener una función similar, participando en el reprocesamiento de recuerdos de experiencias de vigilias recientes, o al menos reflejándolo. Hay un acuerdo generalizado en que el sueño interviene en el reprocesamiento offline de la memoria. Sin embargo, cada fase del sueño participa preferentemente en la consolidación de determinados tipos de memoria. Se ha comprobado que el rendimiento en una tarea de memoria visuoespacial es significativamente mayor en sujetos que tras entrenarse en la tarea han dormido y soñado que en los que se han mantenido despiertos. Estos resultados apoyarían la implicación de los ensueños en la consolidación del aprendizaje. Algunas teorías adaptativas proponen que los ensueños tienen un papel importante en la adaptación al entorno. Las siguientes teorías los conciben como un medio de solucionar problemas.
Los autores concluyen que, aunque no se ha determinado con exactitud cómo se generan los ensueños, los datos neurobiológicos resaltan la importancia de los núcleos pontinos del tronco cerebral, el sistema límbico, el sistema de recompensa cerebral y diversas áreas neocorticales. Los datos neurocognitivos subrayan la relación entre el procesamiento cognitivo y emocional que se produce durante la vigilia y durante el sueño, así como la influencia del entorno en el contenido de los ensueños. Respecto a su función, cabe destacar su valor adaptativo, al contribuir al reprocesamiento de la información adquirida en la vigilia y al control de las emociones. Esto sugiere que los ensueños participan en el desarrollo de las capacidades cognitivas.
Medrano-Martínez P, Ramos-Platón MJ. Generación y funciones de los ensueños Rev Neurol. 2014; 59(8): 359-370.