La miastenia grave adquirida es una enfermedad neuromuscular autoinmune, caracterizada por una debilidad fluctuante de los músculos oculares y bulbares, o de las extremidades. Su prevalencia es aproximadamente de 32 casos por 100.000 habitantes. La terapia oral inmunosupresora en la miastenia grave ha experimentado un avance notable en los últimos 20 años, y ha logrado una mejoría clínica en un elevado número de pacientes. Con ello, el pronóstico de la enfermedad ha cambiado espectacularmente y se ha reducido la tasa de mortalidad. La adhesión al tratamiento puede definirse como la coincidencia entre el comportamiento de un paciente y las recomendaciones sobre la salud o las prescripciones que ha recibido de su médico. La baja adhesión al tratamiento se ha reconocido como un problema importante en varias patologías crónicas, incluidos los trastornos neurológicos, como la epilepsia y la enfermedad de Parkinson. En estas enfermedades, el uso de terapias orales diarias a largo plazo se asocia a una disminución de la adhesión y, secundariamente, a resultados subóptimos en salud, una peor calidad de vida y un aumento de los costes.
El objetivo de los autores de este trabajo era determinar la adhesión del tratamiento farmacológico mediante el cuestionario de Morisky-Green-Levine en pacientes con diagnóstico de miastenia grave, así como describir el grupo de pacientes no adherentes al tratamiento farmacológico. Para ello, invitaron a participar a los pacientes consecutivos con un diagnóstico de miastenia grave en periodo de control en el Servicio Policlínico de Neurología del Hospital Padre Hurtado (Santiago de Chile), entre mayo de 2013 y septiembre de 2014. Todos los pacientes participaron de forma voluntaria y anónima, previa firma del consentimiento informado. En la visita se registró la información demográfica relativa al sexo, la edad y la duración de la enfermedad en años. Los autores describieron el tipo de terapia: inhibidores de la colinesterasa, prednisona e inmunosupresores distintos a la prednisona, específicamente azatioprina. Además, registraron el número de fármacos diarios utilizados para la miastenia grave y la frecuencia de dosis diaria de los inhibidores de la colinesterasa.
El estudio, de corte transversal, demostró que de los pacientes con miastenia grave, el 61,5% no cumplía el tratamiento.
Esta elevada prevalencia de no adhesión al tratamiento comunicada en el presente trabajo es similar al observado en otras enfermedades crónicas con tratamiento oral diario. Además, los autores observaron que el grupo de pacientes no adherentes presentaba una mayor debilidad muscular según el Miastenia Gravis Specific Manual Test Score (MMT), una peor calidad de vida asociada a la miastenia grave, y un mayor número de fármacos utilizados para su tratamiento comparado con el grupo con buena adhesión.
Por las características del estudio, los autores consideran que no es posible determinar si estos factores son la causa de la no adhesión o una consecuencia de ella. Una posibilidad razonable es que la baja adhesión al tratamiento provoca un peor control de la enfermedad y genera una mayor debilidad y una peor calidad de vida, ya que estas últimas variables están correlacionadas; sin embargo, no pueden descartar que los pacientes más débiles tengan dificultad para acceder al tratamiento, especialmente considerando que los pacientes más graves requieren más medicación, y que la polifarmacia es un factor conocido de no adhesión. Dado que se sospechó la presencia de depresión en el 49,9% de los pacientes con miastenia grave –significativamente mayor en el grupo no adherente–, los autores concluyen que los síntomas de depresión y ansiedad pueden ser un factor de riesgo para la no adhesión en la muestra de pacientes con dicha patología.
Según los autores, el presente estudio, de corte transversal, posee la fortaleza de recoger los datos de forma prospectiva, utilizando instrumentos validados para medir la fuerza, la calidad de vida, el riesgo de psicopatología y la adhesión al tratamiento. En él encontraron que 3 de cada 5 pacientes con miastenia grave presentaron una baja adhesión al tratamiento farmacológico. Por tanto, este problema de salud emergente debe tenerse en cuenta en la evaluación sistemática de los pacientes con miastenia grave, especialmente en los que presentan síntomas de depresión y requieren un mayor número de medicamentos, todo ello enfocado a mejorar su calidad de vida.