El dolor neuropático se define como el que aparece como consecuencia directa de una lesión o enfermedad del sistema somatosensorial. El dolor neuropático crónico no tiene ninguna función biológica y provoca con frecuencia alteraciones físicas, emocionales, sociales y económicas, que dificultan profundamente la vida de los pacientes que lo sufren. Es un problema clínico importante e incapacitante, con contadas opciones de tratamiento farmacológico disponibles. Su manejo constituye un reto para los profesionales sanitarios. Se considera que la prevalencia del dolor con características neuropáticas en la población es probable que se sitúe en el 6,9-10%, y el refractario al tratamiento se acerca al 1,5%, de forma que se calcula que un 50% de los pacientes no responde al tratamiento prescrito. La mayor parte de las guías de práctica clínica consultadas coinciden en señalar que los antidepresivos tricíclicos, los antidepresivos duales (venlafaxina o duloxetina), los fármacos antiepilépticos gabapentina o pregabalina, los apósitos de lidocaína al 5% y los parches de capsaicina al 8% constituyen los fármacos de primera línea, y el tramadol y algunos opioides potentes (morfina, oxicodona y tapentadol) fármacos de segunda línea. Aunque no está aprobado el uso de la lacosamida en el tratamiento del dolor neuropático, algunos autores consideran que podría ser una buena opción para los pacientes que no responden a los fármacos habituales, razón por la cual los autores del trabajo efectuaron una revisión para profundizar en esta posibilidad.
Para ello, realizaron una búsqueda bibliográfica en PubMed y Google académico con las palabras clave «lacosamide» y «neuropathic pain». Tuvieron en cuenta sólo artículos científicos indexados en revistas científicas, tanto originales como revisiones, publicados en inglés o español. También seleccionaron resúmenes presentados en congresos nacionales e internacionales disponibles en internet relacionados con la misma temática: «lacosamida» y «dolor neuropático».
El mecanismo de acción de la lacosamida consiste en una inducción de la inactivación lenta de los canales de sodio. Al igual que algunos fármacos antiepilépticos ya aprobados, la lacosamida se dirige a los canales de sodio hiperexcitables pero de una forma totalmente nueva. Los fármacos antiepilépticos tradicionales que característicamente bloquean el flujo de iones a través de los canales de sodio lo hacen induciendo un estado de inactivación rápida en ellos; sin embargo, la inactivación rápida de los canales es un elemento ineludible en el funcionamiento neuronal normal, y los fármacos que afectan a dicha inactivación rápida podrían alterar la fisiología neuronal. A diferencia de los fármacos antiepilépticos tradicionales que bloquean los canales de sodio, la lacosamida en concentraciones clínicamente relevantes favorece selectivamente la inactivación lenta de estos canales. Esta acción única previene la actividad fisiopatológica de los canales de sodio, que se plasma en una hiperexcitabilidad neuronal, sin afectar a la actividad fisiológica normal.
Después de valorar numerosos estudios del uso de lacosamida en múltiples tipos de dolor neuropático, los autores concluyen que, a pesar de no estar indicado, podría ser de utilidad en el tratamiento por tres motivos fundamentales: a) su mecanismo de acción diferencial, que actúa sobre los canales de sodio dependientes del voltaje de activación lenta, ya que se cree que estos canales pueden desempeñar un papel importante en la excitabilidad de los nociceptores; b) su perfil farmacocinético favorable, con una rápida absorción, alta biodisponibilidad, baja unión a proteínas plasmáticas y sin interacciones relevantes, además de disponer de una presentación intravenosa en nuestro medio, y c) la existencia de una elevada evidencia de efectividad en el tratamiento del dolor en distintos modelos animales y diferentes estudios realizados en humanos.
Por tanto, los autores concluyen que el tratamiento con lacosamida en el dolor neuropático de diferentes etiologías podría considerarse como una alternativa efectiva para los pacientes que no respondan o no toleren los tratamientos estándares. Sin embargo, la mayor parte de la evidencia disponible, a excepción de los ensayos en fase II o III sobre el dolor neuropático diabético, corresponde a estudios abiertos y observacionales, sin grupo control y con un bajo número de pacientes. Aun así, los resultados favorables obtenidos invitan a seguir investigando la utilidad de la lacosamida en el dolor neuropático.