- Los síndromes neurológicos paraneoplásicos han despertado gran interés y desarrollo debido al reciente descubrimiento de anticuerpos antineuronales
- Para el neurólogo es difícil decidir el tipo de anticuerpos que deben solicitarse para confirmar el diagnóstico clínico de sospecha
Los síndromes neurológicos paraneoplásicos eran hasta hace poco tiempo un tipo de entidades sindrómicas poco conocidas y de difícil diagnóstico incluso para el neurólogo generalista. Recientemente, los síndromes neurológicos paraneoplásicos han despertado gran interés y han experimentado un gran desarrollo debido al reciente descubrimiento de anticuerpos antineuronales que permiten su correcta y adecuada confirmación diagnóstica.
Sin embargo, paradójicamente, este incremento en el arsenal diagnóstico de anticuerpos antineuronales disponible en los últimos años ha hecho difícil para el neurólogo decidir el tipo de anticuerpos que deben solicitarse para confirmar el diagnóstico clínico de sospecha, así como ponderar si todos ellos tienen la misma especificidad y sensibilidad diagnóstica para el estudio de esos síndromes neurológicos paraneoplásicos infrecuentes.
Para contribuir a este conocimiento, los autores del trabajo que comentamos proponen, a partir de su amplia experiencia personal y de su condición de expertos en la materia, una clasificación práctica y racional de los distintos anticuerpos antineuronales existentes hasta el momento, referidos tanto a síndromes neurológicos paraneoplásicos como a enfermedades autoinmunes del sistema nervioso central, dividiéndolos en dos grupos principales: el grupo I y el grupo II.
En el grupo I se incluyen los anticuerpos contra antígenos intracelulares, que a su vez se agrupan de la siguiente forma: grupo Ia, formado por los anticuerpos onconeuronales Hu (ANNA1), Yo (PCA1), Ri (ANNA2), CV2 (CRMP5) y anfifisina (Ma2), que serían marcadores de los síndromes paraneoplásicos propiamente dichos; grupo Ib, donde se incluyen anticuerpos (SOX y ZIC) cáncer-específicos, sin evidencia de que sean indicadores de una respuesta inmunitaria responsable del síndrome paraneoplásico; y grupo Ic, formado por los anticuerpos que no están relacionados con síndromes paraneoplásicos, como los anticuerpos contra GAD (glutámico ácido descarboxilasa) asociados al síndrome de la persona rígida o a las ataxias no paraneoplásicas, y los anticuerpos contra Homero 3 o adenilato cinasa 5 asociados a las encefalitis límbicas no paraneoplásicas.
Los anticuerpos del grupo II reconocen antígenos de membrana neuronal y probablemente son patogénicos. Su detección no implica que el síndrome neurológico sea paraneoplásico. Se subdividen en dos tipos: en el grupo IIa se incluyen los anticuerpos contra canales de potasio y receptores de AMPA o GABA que se asocian a encefalitis límbica y los anticuerpos contra receptores de NMDA que identifican una encefalitis presente en niñas y mujeres jóvenes caracterizada por psicosis, convulsiones, catatonía y discinesias; el grupo IIb incluye los anticuerpos presentes en las ataxias paraneoplásicas asociadas al cáncer de pulmón (anti-canales de calcio) o a la enfermedad de Hodgkin (anti-subunidad R1 del receptores metabotrópicos de glutamato, m-GluR1).
En resumen, los autores efectúan una necesaria y completa revisión sobre un tema neurológico poco conocido pero que ha experimentado un avance muy notorio y significativo en esta última década.
Para el neurólogo es difícil decidir el tipo de anticuerpos que deben solicitarse para confirmar el diagnóstico clínico de sospecha
Graus F, Saiz A, Dalmau J. Antibodies and neuronal autoimmune disorders of the CNS. J Neurol. 2010; 257: 509-517.