Los pacientes ancianos tienen un alto índice de consumo de fármacos ligado a una elevada prevalencia de comorbilidad, especialmente enfermedades crónicas. Este elevado consumo de fármacos acarrea un coste muy importante en los servicios sanitarios y constituye un verdadero problema de salud pública. Se ha podido comprobar que el consumo de fármacos en pacientes internados es superior a aquellos pacientes que no lo están.
Los autores del presente estudio parten de la hipótesis de que una información periódica a los médicos que prescriben a pacientes internados podría influir de alguna manera en una racionalización del tratamiento con fármacos, que conllevaría a una disminución de los efectos indeseables, una mayor seguridad del paciente y una disminución del gasto farmacéutico. Para ello se plantearon un doble objetivo: describir los fármacos más prescritos y los diagnósticos más frecuentes en pacientes internados y evaluar el impacto que una información facilitada a los profesionales tendría sobre la prescripción y sobre la concordancia entre el diagnóstico y el tratamiento. Para ello llevaron a cabo un estudio observacional, descriptivo y cuasiexperimental, analizando la prescripción y diagnósticos reflejados en la historia clínica de pacientes internados en dos períodos de tiempo con un intervalo de un año, durante el cual se daría la información a los profesionales. Se estudiaron un total de 81 pacientes (78% mujeres) con una edad media de 84 años y con una media de cinco diagnósticos por cada paciente. El número de fármacos prescritos fue superior a ocho de media por paciente en ambos períodos. Sin embargo, observaron que tras la información dada a los profesionales, la prescripción era mayor y que además, el 10% de los fármacos usados se consideraban de baja utilidad terapéutica. En relación con la concordancia entre el diagnóstico y el tratamiento, fue de un 86,7% antes de la información y de un 87,1% tras ella (resultados sin diferencias estadísticamente significativas). En relación con el gasto total fue de 40.690 euros antes de la información, con un gasto injustificado del 15,7% (fármacos no acordes al diagnóstico). Tras la información el gasto subió hasta 44.850 euros, lo que suponía un aumento del 10,2%, con un 27,2% del gasto no acorde al diagnóstico.
Los autores extraen diversas conclusiones del estudio, entre ellas la elevada prescripción de fármacos de baja utilidad como la citicolina y la nula efectividad de las medidas informativas. En suma, la prescripción a los pacientes internados es excesivamente elevada y un porcentaje muy significativo no es acorde al diagnóstico registrado en la historia clínica.