En pacientes jóvenes, y en los no tan jóvenes también, si debe tratarse un problema de la cadera con una artroplastia total, es importante utilizar una técnica quirúrgica que permita preservar al máximo el hueso sano, para poder disponer de éste cuando, años después, sea necesario efectuar una revisión o un recambio de la prótesis. Con esta finalidad de preservar la máxima cantidad o volumen del hueso del paciente, en los últimos años se han venido desarrollando nuevos modelos: cambios de diseño en la forma, las denominadas «prótesis de recubrimiento» (resurfacing), otras con el vástago femoral más corto que el clásico, amén de nuevos biomateriales o superficies de fricción, como por ejemplo el contacto metal-metal en el deslizamiento de los componentes. Estos nuevos modelos, al menos de forma genérica, son ya conocidos por todas las especialidades médicas y también por el público, gracias a su difusión en la prensa general, por el boca a boca o por internet. Una segunda intención de los investigadores y de la industria de los implantes quirúrgicos (por cierto, dominada por unas pocas multinacionales) al desarrollar nuevos modelos y biomateriales es el de procurar una mayor duración de los implantes una vez colocados en los pacientes; en otras palabras, diferir el momento en que deba hacerse una revisión o recambio del implante, ya sea por desgaste de los materiales, ya sea por deterioro del propio hueso. En teoría, cuanto más hueso se haya preservado en la primera intervención, mejor para el paciente y para el cirujano que debe recambiar la prótesis. A pesar de ello, y si bien la intención es buena, cabe reconocer que la difusión de un nuevo modelo no garantiza en absoluto que vaya a ser un éxito tras su implantación masiva en los pacientes. Algunos de ellos, probados en ensayos clínicos, han sido un fracaso total y han tenido que ser retirados directamente por los diseñadores y fabricantes, al no conseguir una supervivencia más prolongada que otros modelos patentados hace más de 20 años, como la mencionada prótesis resurfacing con fricción metal-metal.
Los autores de este trabajo, australianos, revisaron los resultados de supervivencia de un vástago femoral clásico de acero inoxidable, de superficie pulida y fijado con cemento (técnica clásica descrita hace más de 30 años). Para ello analizaron las deficiencias óseas en el momento de la revisión de la prótesis y la pérdida de hueso observada en las radiografías en una cohorte de pacientes a los que se implantó la prótesis a una edad inferior a 55 años (en plena juventud). Así, revisaron 197 prótesis correspondientes a pacientes con una media de 47 años (límites: 16-54), que fueron seguidos durante como mínimo 2 años (media de 7; límites: 2-19) desde la colocación de la prótesis. Definieron como supervivencia del vástago el tiempo transcurrido desde la colocación hasta su revisión quirúrgica, fuera mayor o menor, así como cuando hubo de ser recambiado tras la observación de un deterioro progresivo del hueso circundante, tanto si se sustituía por otro de mayor longitud como si se implantaba con otra técnica (injerto impactado alrededor del vástago). También revisaron las radiografías prestando especial atención a los signos de aflojamiento del vástago cementado, la osteólisis y las deficiencias óseas del fémur. La supervivencia de este modelo clásico de vástago protésico (de acero inoxidable y superficie pulida) debida a un aflojamiento aséptico fue del 100% a los 13 años. Si se considera la supervivencia por cualquier motivo, fue del 97% (intervalo de confianza del 95%: 93-100). En los siete casos que requirieron una revisión del vástago, en una cadera se utilizó un vástago más largo, en otra un reemplazo femoral total y en otra una técnica de impactación de injerto con un vástago idéntico al primero. No fue necesario realizar ninguna osteotomía femoral en ningún paciente. En las cuatro caderas restantes se pudo preservar el hueso mediante la técnica de recementación sobre el cemento antiguo. Del resto de los implantes, en ninguno se observó un aflojamiento radiológico, aunque sí se detectó una osteólisis del fémur proximal en el 11% de los fémures.
En conclusión, los vástagos femorales de acero con superficie pulida presentan una larga supervivencia en los pacientes jóvenes y permiten conservar el hueso del fémur proximal para cuando sea necesario realizar su revisión. Por el momento, no parece que los nuevos diseños de prótesis hayan superado a los «clásicos» o «antiguos».
Howie DW, Costi K, McGee MA, Standen A, Solomon LB. Femoral bone is preserved using cemented polished stems in young patients. Clin Orthop Relat Res. 2012; 470(11): 3.024-3.031. Doi: 10.1007/s11999-012-2327-2.