El término «soledad», cuando apareció por vez primera en torno al siglo XIII, no se asociaba a un contexto negativo, sino que representaba «la situación de una persona que está sola de manera momentánea o durable, asociada al aislamiento, el estado de abandono y la separación». En la actualidad la soledad se ha convertido en uno de los problemas sociales más relevantes. Alrededor de un 20% de los españoles de más de 18 años vive solo, frente a un 80% que vive con otras personas. Hasta mediados del siglo pasado, el estudio de esta realidad social no fue objeto de interés, y no fue hasta los años ochenta cuando comenzó a considerarse un tema de investigación con la aparición de diferentes sistemas de medición de la soledad. Actualmente, no son muchos los estudios que analizan el aislamiento y la percepción subjetiva de la soledad, quizás al considerarse una de las dolencias más silenciosas y difíciles de detectar. En los últimos años, los cambios socioculturales y económicos ligados a la crisis han provocado que la soledad haya experimentado un notable incremento. Muchos mecanismos influyen en su aparición, por lo que atenderla y conocerla en detalle es de suma importancia, dadas sus directas repercusiones sobre el desarrollo de las personas y la sociedad.
Un estudio recientemente publicado en la prestigiosa revista Heart pone de manifiesto que los efectos del aislamiento social y, por ende, afectivo aumentan en casi un 30% la probabilidad de sufrir un episodio cerebrovascular o coronario. Para ello, los autores del trabajo de los Departamentos de Ciencias de la Salud y Salud Pública de la Universidad de York en Heslington (Gran Bretaña) analizaron a más de 180.000 personas de un total de 23 estudios, basados en 16 cohortes que fueron monitorizadas entre 3 y algo más de 20 años. El perfil de los pacientes era muy similar: varón, de 55 años de edad, con hipertensión secundaria a una situación psicosocial conflictiva y unida a un aumento de grasa corporal relacionada con el consumo habitual de alimentos de baja calidad y elevado poder calórico. En el curso del análisis detectaron 4.628 complicaciones coronarias (angina, infarto agudo de miocardio o, incluso, muerte súbita) y 3.002 ictus hemorrágicos. Estos datos suponían un riesgo cardiovascular del 29 y el 32%, respectivamente.
Los autores del estudio sugieren que los resultados indican que el tratamiento de la soledad y el aislamiento social pueden desempeñar un papel significativo en la prevención de dos de las causas principales de mortalidad en los países desarrollados. Sin embargo, y a pesar de las referidas evidencias, los autores del estudio remarcan que no es posible establecer una relación de causalidad entre ambos fenómenos, ya que no es posible despreciar la influencia de otros factores no analizados.