Acudió una madre a urgencias con una niña de dos años porque presentaba fiebre (40ºc) y taquipnea. Al explorarla aprecié sibilancias en ambos campos pulmonares y tras el resto de la exploración consideré que podía tratarse de una infección del tracto respiratorio inferior, una bronquiolitis. Inicié la terapia correspondiente y la paciente mejoró, aunque su dificultad respiratoria no desapareció sino que empeoró progresivamente en las horas siguientes. No me quedé tranquilo. Cuando a las cuatro horas la volví a ver mostraba notable retracción intercostal y esternal, cianosis periférica y perioral, sibilancias mínimas en ambos pulmones y seguía con 40°c de temperatura. Solicité una radiografía de tórax y ésta mostró un infiltrado parahiliar mínimo y signos concordantes con el diagnóstico de bronquiolitis. Aún así, la niña no mostraba buen aspecto. ¡Algo no funcionaba! Antes de ir a cenar la hospitalicé en boxes de pediatría y a las dos horas me llamaron porque presentaba convulsiones tónico-clónicas acompañadas de breves periodos de apnea. Trasladada a la UCI de pediatría se le administró dexametasona y fenobarbital y se inició la aplicación de fluidoterapia endovenosa, con lo que a pesar de todo durante las dos o tres horas siguientes fue perdiendo gradualmente la conciencia y adoptando una postura de descerebración con falta de respuesta al dolor. Antes de derivarla para realizarle un TAC cerebral se recibió la analítica general y reveló una acidosis metabólica. Se preguntó a los familiares si había podido ingerir alguna sustancia tóxica y fue entonces cuando apareció el ángel. El residente de primer año preguntó a la madre si le había dado Aspirina. La madre mencionó que le había dado una de 325 mg cada tres o cuatro horas casi continua¬mente desde hacía tres o cuatro días. Se verificó que el salicilato sérico alcanza¬ba un nivel de 47 mg por 100.
Comentario del pediatra remitente
Bienaventurado el residente que en buen sitio esté trabajando ahora. La intoxicación por salicilatos se caracteriza por hiperpnea y fiebre, los mismos síntomas que se asocian a las infecciones del tracto respiratorio inferior. La posibilidad de una sobredosificación de dicha droga pasó inadvertida, no obstante haberse anotado en la historia que la madre estaba dando Aspirina a la niña, dato que consideré poco importante al no tener en cuenta que el ácido salicílico es un medicamento potencialmente peligroso. Aunque el nivel de salicilato no era muy alto, las convulsiones y el coma eran secundarios. Yo me quedé con la lección de que un médico de urgencias siempre debe estar alerta frente a las reacciones adversas producidas por sobredosis o por idiosincrasia. Con demasiada frecuencia ignoramos la importancia de la ingesta de fármacos de libre adquisición como origen de intoxicaciones. La historia clínica cuidadosa no sólo debe incluir una descripción detallada de todas las drogas prescritas por profesionales y tomadas por el paciente, sino también de las automedicadas.
Comentario del recopilador: Ninguno
Extraído de: Algunos errores médicos propios y ajenos para aprender y meditar. Recopilador: M. Blasco Valle. Editado por GOPAr Grupo de Osteoporosis Aragón. Zaragoza