23 Marzo 2018

7DM878 opinionLa muerte no cambia, pero la manera en que la vivimos sí.

Hemos creado una sociedad rara, empeñada en vivir más allá de lo digno con una ciencia que considera la muerte como el fracaso de la medicina. Escondemos toda racionalidad sobre el hecho obvio de que todos moriremos y nos ensañamos con quien ya está muriendo, impidiendo el ya casi imposible «morir en paz». Y aquí viene la ironía: mientras la sociedad vive negando la muerte, usamos las redes sociales para compartirla en toda su intensidad.

Vivimos casi en directo muertes de víctimas de terrorismo, guerras o desastres naturales, y la foto de un solo cuerpecito inerte bañado por las olas puede conmocionar al mundo. Muertes por selfie, caídas de edificios por la insensatez del skywalking, decapitaciones yihadistas, suicidios colgados online o avisos de suicidio inminente nos acechan con regularidad. Y la saturación de muerte en la retina nos empieza a inmunizar; las expresiones de repulsa común son cada vez más light.

Las redes sociales nos hacen vivir en un inmenso escaparate y el morbo es innato al ser humano. Buscar el último tweet de quien ha muerto de repente es la nueva esquela, pero lo más desconcertante es que los muertos tengan después sus cuentas en redes indefinidamente abiertas. Tú mueres, pero tus tweets o entradas en Facebook circulan vivos. Hay enfermos que viven su final públicamente, a través de sus blogs y de Twitter. Para no olvidar el tweet que dejó programado tras morir la Dra. Kate Granger, que tuiteó hasta su muerte y después nos agradeció la compañía y nos pidió apoyar a su viudo, ya desde el más allá.

Y te haces amigos virtuales, a los que nunca llegas a conocer, y a veces van y se mueren. La sensación es terrible, sin entierro al que acudir, sin familiares que consolar. Se pasa rápido, todo es efímero en las redes, también los sentimientos.

Te encuentras dando pésames a quien no conoces y lo haces con el sentir de siempre. Y cuando te toca ser el doliente, te ves agradablemente acompañado, desbordado por mensajes en WhatsApp, Facebook, Twitter; te llegan canciones, enlaces a reflexiones, dibujos, incluso flores del imaginario de emoji. No tardarán en hacer coronas, ya están tardando. El pésame se ha vuelto algo fascinante, visual, emotivo. El viejo «te acompaño en el sentimiento» transformado en una increíble ola de creatividad sin límite. El luto riguroso se ha convertido en una foto en Instagram o un mensaje fijado en Twitter. Dejas claro que tu pérdida define tu nuevo yo virtual. Vives tu duelo con entradas en tu blog.

Recuerdo mi primera muerte, la de mi abuela: un féretro en el salón de mi casa infantil, un duelo de ropa negra, una esquela en el periódico local de «tu familia no te olvida» y una interminable fila de gente achuchándonos a la puerta de una iglesia. Los muertos ahora se quedan igual de solos, pero los vivos estamos más acompañados que nunca... o no. Es la nueva muerte.

18 Julio 2017

Lázaro Ochaíta, vocal de Médicos en Ejercicio Libre, ha organizado la jornada, impartida por las abogadas María Suárez Pliego, experta en privacidad y vulneración del derecho al honor y Helena Suárez Jaqueti, experta en propiedad intelectual y redes sociales, en la que se han puesto de manifiesto los riesgos de usar estos medios en el ámbito de la Medicina.

26 Junio 2015

La consulta digital es el futuro punto de encuentro de pacientes y profesionales médicos, ya que cada vez un mayor número de pacientes son proclives a documentarse a través de Internet para resolver sus dudas y buscar información útil, asesoramiento y relación directa con otros pacientes con la misma patología.

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