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Entrevista con Belén Jiménez Gómez sobre el libro «Manual de gestión emocional para médicos y profesionales de la salud»

Belén Jiménez Gómez
Médico psiquiatra y psicoterapeuta. Autora del «Manual de gestión emocional para médicos y profesionales de la salud»

«Nacemos con la aptitud de ser compasivos y empáticos, tenemos que desarrollar la actitud»

-¿Por qué hay tanto burn-out entre los profesionales sanitarios?
-Yo pienso que se debe a tres factores. A lo largo de nuestra formación a los sanitarios no nos enseñan herramientas de comunicación ni de gestión emocional con los pacientes, ni siquiera herramientas para nuestra propia autorregulación, con lo cual llegamos al ejercicio médico en una situación de carencia de esta faceta, que es muy importante para el ejercicio de nuestra profesión. Por otro lado, sí que nos enseñan como ideal un médico inmune al dolor, muy sabio, que no comete errores, con una tendencia al aguante, al sacrificio, a la abnegación, y a no quejarse, a no reivindicar, a no darnos importancia a nosotros mismos en la ecuación médico/paciente. Y por otro lado, creo que las condiciones de trabajo son estresantes por naturaleza, por la sobrecarga laboral, por las jornadas maratonianas porque a veces hay que doblar turnos, por la ruptura del ritmo sueño/vigilia por tantas guardias en poco tiempo, con lugares de trabajo que a veces son estresante de por sí. Por lo tanto, con todos estos factores es muy fácil que seamos una de las profesionales con más burn-out. Y también es bueno darse cuenta de que somos una de las poblaciones con una mayor tasa de adicciones y suicidios respecto a la población general.

-¿Hay especialidades con mayor riesgo?
-Creo que toda especialidad médica lleva inherente este riesgo. Hay especialidades que están más en contacto con situaciones de dolor, como geriatría y oncología, por ejemplo, que quizá son más predispuestas que aquellas en las que no hay tanto contacto con los pacientes, como anatomía patológica o análisis clínicos.

-¿Cuál ha sido su experiencia personal en cuanto al impacto emocional del ejercicio médico?
-Mi sensación es que después de licenciarme en Medicina y empezar a ejercer durante la residencia en psiquiatría, sentía que la bata me daba un rol, un cierto estatus y una responsabilidad. Pero interiormente me sentía muy desnuda porque no tenía herramientas para la comunicación y el encuentro con el paciente en la consulta. Tenía la sensación de disponer de mucha teoría sobre los síntomas y la enfermedad, que es lo que nos habían enseñado, pero mucha carencia es esas otras herramientas a las que no se les había dado importancia. Por eso, de forma parelela me fuí formando en psicoterapia, primero con la intención de mejorar mi encuentro con el paciente, pero también me di cuenta de que tenía que trabajarme  como persona para que mi historia personal no influyera en consulta, para integrar los conceptos con los pacientes, con lo cual la psicoterapia fue siempre un poco bidireccional: para aprender a tratar mejor a los pacientes y para ser mejor persona y mejor médico.

«Cuanto más trabajada tenga mi gestión emocional,

más se previenen los desencuentros en consulta»

-Imagino que su experiencia le ha llevado a escribir este libro. ¿En qué situaciones cree que puede ser útil?
-Mi intención es dar herramientas para el día a día en la consulta, ya sea en el centro de salud, hospitalaria o de urgencias. Pero también tiene una intencionalidad preventiva: hay herramientas dirigidas a cómo acompañar al paciente y otras dirigidas a aprender a autorregularnos. Cuanto más trabajada tenga mi gestión emocional, más se previenen los desencuentros en consulta.
A la vez, el libro salió en el momento de auge de la pandemia por coronavirus, por lo que quise añadir un capítulo de gestión en crisis en el que hablo de cómo reconocer en qué momento de reacción ante el trauma se encuentra el profesional y cómo salir de esta escalera de reacción. También hablo de la culpa, que se despierta mucho en situaciones de trauma, y de la importancia de la conexión social como un recurso autorregulador.

-¿Qué tipo de herramientas aporta el libro?
-Pretendo ofrecer todos los ingredientes que a mi me gusta encontrar cuando leo un libro. Hay una parte teórica para entender el contexto, lo que necesitamos; una parte de herramientas prácticas; una parte que lo hace más cercano y humanista, en la que comparto algunas anécdotas o experiencias mías o de pacientes, de las muchas psicoterapias en las que he ido formándome a lo largo de veinte años, y de las que he recogido lo que considero más útil para poner en práctica en la consulta.

- Compasión, empatía… ¿se pueden aprender y entrenar?
-Nacemos con la capacidad de ser compasivos y empáticos, nacemos con la aptitud y tenemos que desarrollar la actitud. Y es verdad que es algo que se puede medir, enseñar, aprender sabiendo que de forma biológica estamos así determinados. La empatía nace en las neuronas espejo, que todos tenemos por naturaleza y desarrollarla tiene un beneficio, no solo por la sensación de satisfacción del paciente, sino también la de médicos y sanitarios, que es también lo que estamos buscando: la necesidad de mejorar la asistencia tanto para sanitarios y para pacientes.

¿Qué le gustaría decirle al médico que teclea y teclea sin mirar al paciente?
-Yo primero animaría a que le mirásemos de forma comprensiva y con curiosidad. Normalmente todo aquel que ha elegido como profesión la medicina tiene una intencionalidad de ayuda y si llega a actuar así en consulta es porque le ha sucedido algo que le hace desapegarse. Por lo cual mi hipótesis sería que, o bien por la sobrecarga asistencial no tiene más remedio que convertirse en un oficinista y ejecutar y ejecutar en un ordenador, o bien por la sobrecarga emocional, para la que no tiene herramientas, tiene que desapegarse, anestesiarse y dedicarse a ser un oficinista. 
Y al médico le diría que merece la pena frenar, parar, mirarse y plantearse si realmente quiere continuar actuando así en su profesión a lo largo de su vida y no sentirse satisfecho. Realmente vale la pena cambiar un poco la actitud, reconocernos humanos, vulnerables, empezar a pedir ayuda y aprender herramientas de gestión para convertir nuestra profesión en algo satisfactorio, que es para lo que nos hemos preparado.

«Es muy importante que los sanitarios empecemos a compartir

nuestras experiencias y que nos replanteemos cómo queremos ejercer nuestro trabajo»

Creo que estamos en un momento muy bonito de revolución sanitaria, la pena es que ha sido a través de la pandemia, que nos ha hecho ser más visibles. Pienso que es muy importante que todos los sanitarios empecemos a hablar, a compartir nuestras experiencias, nuestro día a día en la consulta, en qué condiciones trabajamos para concienciar un poco a la sociedad y para que nosotros nos replanteemos cómo queremos ejercer nuestro trabajo. Hay mucho margen de mejora y merece la pena porque aumentaría la satisfacción de nuestro colectivo, de todos los pacientes y, por ende, de la sociedad.

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