– ¿Qué datos epidemiológicos sobre la migraña nos puede destacar?
La migraña es la segunda enfermedad neurológica más discapacitante. Además, es muy prevalente, ya que afecta al 12% de la población en España, concretamente al 18% de las mujeres y al 8% de los hombres. Afecta a todas las edades de la vida, desde la infancia (6-8%) hasta la edad avanzada, aunque la incidencia disminuye en la tercera y cuarta edad.
– ¿Qué consecuencias tiene la migraña para la calidad de vida de los afectados?
Tiene un impacto muy importante. Cuando una persona tiene un ataque de migraña no es capaz de desempeñar ninguna actividad que tenga que realizar ese día, ya que cuando te duele la cabeza también hay una disfunción cognitiva. La persona afectada no puede pensar adecuadamente y no puede desarrollar sus actividades, ya sean profesionales, sociales o lúdicas.
– ¿Qué factores de riesgo se conocen?
El principal factor es la genética. Muchos pacientes conocen qué familiares tienen migraña, generalmente la madre, el padre o algún abuelo. Los casos en que no hay familiares con migraña conocidos son excepcionales. Hemos observado también que las personas que tienen migrañas más frecuentes e incapacitantes tienen unos factores de riesgo determinados: sexo femenino, abuso de analgésicos, ataques cada vez más frecuentes, problemas para dormir, apnea obstructiva del sueño, obesidad..., así como algunas características sociodemográficas, como disponer de menos recursos económicos, menos educación, etc.
– Existen abundantes bulos y creencias erróneas sobre la migraña. ¿Cuáles destacaría?
La creencia que menos me gusta es la de la dieta. Es frecuente que algunos médicos proporcionen a las personas con migraña largas listas de prohibiciones, sobre todo, de alimentos. No lo considero serio. Son los cambios en la forma de alimentarse los que pueden provocar migraña y no los alimentos en sí. Actualmente no disponemos de ninguna evidencia científica para elaborar una lista de alimentos que causen ataques de migraña. Sí que intentamos limitar el consumo de cafeína y de alcohol, si bien hay que decir que apenas hay pacientes migrañosos alcohólicos, porque saben que el alcohol les sienta fatal y por eso beben muy poco. Por tanto, la piedra filosofal reside en reducir la cafeína y en consumir alimentos de fácil digestión.
El otro gran tema son las técnicas alternativas. La persona con migraña tiende a hacer un peregrinaje a través de una enorme variedad de terapias alternativas, normalmente con poco éxito. Este tipo de técnicas no han demostrado científicamente ser útiles y, como médicos, no podemos estar satisfechos con su recomendación, cuando hoy día existen tratamientos comprobados que realmente pueden ayudar.
– ¿Cuál sería su mensaje para los médicos de atención primaria respecto al abordaje del paciente con migraña?
Llevo 20 años dedicándome a esta enfermedad y creo que atravesamos un momento muy interesante para que los médicos de atención primaria se sientan atraídos por el cerebro. Es un tema de interés creciente que hasta ahora parecía inaccesible, a veces por falta de herramientas terapéuticas para ayudar a los pacientes. Me gustaría pensar que dentro de unos 5 o 10 años podremos contar con médicos de atención primaria con ilusión, ganas e interés por especializarse un poco más en el cerebro. En este marco, la migraña es algo fácil y tangible, en el sentido de que el impacto sobre el paciente es muy directo, y para el diagnóstico basta muchas veces con una entrevista clínica. Muchos médicos de atención primaria están interesados en la hipertensión o el colesterol, y pienso que ahora se tienen que atrever cada vez más con las enfermedades del cerebro.