– ¿Cómo nació la idea del taller sobre el «Maletín del médico de familia del siglo XXI»*?
En el Grupo eSalut del Colegio de Médicos de Barcelona nos planteamos hacer algo novedoso en el pasado congreso de la semFYC y nos pareció interesante hablar del maletín médico con las nuevas herramientas disponibles. La idea era subrayar que se ha producido un cambio respecto a las herramientas y materiales que ahora podemos utilizar. De hecho, las guías y documentos existentes sobre la composición del maletín del médico han quedado desfasados. La última guía de la semFYC recomienda llevar esfigmomanómetro, depresor, tiras reactivas para análisis de orina, etc., pero creo que son insuficientes para el tipo de patologías que atendemos ahora en los domicilios, lo que nos impide alcanzar la excelencia en la atención. Por ejemplo, muy pocos médicos llevan un electrocardiógrafo en sus visitas domiciliarias, un aparato que puede ser necesario en pacientes con una enfermedad cardiovascular que no se pueden desplazar.
– ¿Cuáles son los objetivos de este taller?
En primer lugar, conocer cuál es el contenido del maletín típico que utiliza actualmente el médico de familia para la atención domiciliaria y, a continuación, conocer qué herramientas novedosas existen, desde la teledermatología y la telemedicina hasta los sensores que recogen y transmiten información del enfermo a distancia.
– De todas las posibles herramientas del maletín, ¿cuáles considera las más indispensables para facilitar y apoyar la toma de decisiones?
Existen muchas, pero hay algunas que considero esenciales. Por ejemplo, el pulsioxímetro, indispensable para conocer la saturación de oxígeno en pacientes crónicos. También hay electrocardiógrafos de 12 derivaciones que miden tan sólo 2 o 3 cm. Tenemos ecógrafos fiables adaptados al teléfono móvil que sólo cuestan unos 1.500 euros, así como tensiómetros digitales que permiten almacenar los datos en la red vía Bluetooth. Asimismo, hay nuevos fonendoscopios que no sólo permiten oír un soplo, por ejemplo, sino también ver la onda del soplo. Otro ejemplo de ello es la espirometría; normalmente se tenía que llevar a cabo en la consulta debido al tamaño del equipo, pero ahora tienen un tamaño portátil que podemos llevar al domicilio del paciente.
– ¿Se puede decir que existe un estándar ideal o debe personalizarse para cada médico?
No existe un maletín estándar ideal. Pienso que lo más importante es creernos nosotros mismos que podemos ser mucho más resolutivos con las nuevas herramientas. Tal vez haya médicos a los que les parezca un gran reto realizar un ECG o una ecografía en un domicilio por carecer de suficiente formación. En definitiva, el contenido dependerá de lo que cada médico desee asumir.
– ¿Será necesario seguir teniendo los actuales fonendoscopio, esfingomanómetro, termómetro, otoscopio, etc.?
Por supuesto que no. El cardiólogo Eric Topol dijo hace unos años que los fonendoscopios clásicos desaparecerían. Con las nuevas herramientas, 200 veces más potentes y de pequeñas dimensiones, podemos escuchar y además ver las ondas, que pueden enviarse para que las valoren otros médicos. No es que esos aparatos vayan a desaparecer, sino que están evolucionando rápidamente y serán muy distintos de los que siempre hemos utilizado.
– ¿Cuáles son los retos futuros de la atención domiciliaria?
Uno de los grandes retos de la atención domiciliaria lo constituyen los pacientes con múltiples enfermedades crónicas para las que toman muchos fármacos con posibles efectos secundarios; el 20-25% de los reingresos hospitalarios se debe a tales efectos. El desafío reside en compartir con el paciente toda esta información que proporcionan las nuevas herramientas.