-¿Los estilos de vida influyen de manera importante sobre la salud sexual del varón?
-Efectivamente. Diabetes, hipertensión, dislipemia, obesidad y sedentarismo están muy relacionados entre sí y con la disfunción eréctil y el déficit de testosterona, sobre todo la obesidad. También está demostrado que el tabaquismo está asociado a la disfunción eréctil. Por lo tanto, si una persona mejora su estilo de vida mejorará al mismo tiempo su vida sexual. El problema es que en el sistema sanitario se necesita tiempo y medios para explicar a la gente cómo modificar su estilo de vida, comer sano, hacer ejercicio, etc. Por otro lado, hay pacientes que quieren resolver su problema sexual cuanto antes a base de pastillas, puesto que hacer ejercicio y cambiar de hábitos exige tiempo y paciencia. Pero es irreal pensar que los problemas de tipo sexual se solucionan únicamente con fármacos.
-¿Cómo valora el papel de los profesionales de atención primaria a la hora de atender los casos relacionados con la salud sexual?
-En mi experiencia como especialista está claro que hoy día el paciente nos llega desde AP bien estudiado y tratado. A pesar de que se siguen haciendo esfuerzos y mucha docencia, pienso que es mucho el camino que se ha recorrido. Pienso que la medicina sexual es diferente a otros campos, en el sentido de que a los médicos que nos dedicamos a ella nos gusta el tema, pero no todos los profesionales sanitarios se sienten cómodos al abordar estos problemas y tener que preguntar a los pacientes acerca de ellos. Esto provoca que exista una cierta barrera entre algunos médicos y sus pacientes. No obstante, en los últimos diez años se ha conseguido en muchos casos superar esas barreras, especialmente en relación con la disfunción eréctil.
-¿Qué casos debería derivar el médico de AP al especialista?
-Depende de que el médico de AP se sienta cómodo. Personalmente, pienso que el médico de AP puede manejar cualquier caso de disfunción eréctil, excepto aquellos en que se va a necesitar colocar una prótesis. Con el resto de problemas sucede lo mismo, salvo en casos, como la enfermedad de Peyronie, que puedan necesitar cirugía. Por otra parte, el médico de familia sabe más que el urólogo de diabetes, de hipertensión, de dislipemia, de obesidad, etc. Por eso sería mucho más razonable que los problemas sexuales los maneje el médico de AP, ya que puede ofrecer al paciente una visión más general e integral que la que podemos ofrecer los urólogos, a pesar de que nosotros estemos mejor formados en los problemas específicos de la esfera sexual.
-¿La aparición de fármacos para la disfunción eréctil ha provocado que los pacientes consulten mucho más que antes por problemas de índole sexual?
-No he vivido como especialista la época anterior a Viagra®, pero puedo decir que cuando comencé en mi consulta de andrología al principio teníamos solamente 5 visitas semanales. Ahora dedico a este tema tres consultas semanales de 25 pacientes cada una. Obviamente, la demanda ha aumentado mucho. Los hombres queremos cada vez más sentirnos jóvenes, sanos y sexualmente activos durante más tiempo. También se ha producido un cambio en las mujeres, en el sentido de ser más demandantes y exigentes, en el buen sentido, respecto a su sexualidad, y cuando las relaciones sexuales con su pareja no son satisfactorias tienen menos barreras a la hora de pedir ayuda.
-Desde su punto de vista, ¿qué queda por hacer? ¿Qué retos es necesario resolver en este ámbito de la salud sexual masculina?
-En mi carta a los Reyes Magos, como médico, incluiría normalizar la anamnesis sobre la esfera sexual tanto en la atención primaria como en la especializada, de manera que cuando una persona acuda a la consulta, se le pregunte sistemáticamente, de forma elegante y respetuosa, por su salud sexual, ya que sabemos que es un potente marcador para muchas enfermedades. De cara a los pacientes, sería ideal que todos pidan ayuda cuando tengan algún problema de la esfera sexual, tanto hombres como mujeres.