–¿De dónde surge la necesidad de un manual de estilo para médicos sobre el uso de redes sociales?
–Con el tiempo nos hemos ido dando cuenta de que la actividad de los médicos no está centrada exclusivamente en la consulta, como sucedía antes. Hasta hace unos años el médico era médico solamente cuando tenía a sus pacientes delante, pero en el mundo hipercomunicado de hoy día el acto médico se extiende fuera de la consulta, de modo que se abren nuevos caminos. Por eso nos ha parecido importante hacer un recordatorio: de la misma manera que uno se comporta con unas reglas éticas o deontológicas en una consulta, igualmente debe utilizar las mismas reglas si se presenta como médico en las redes sociales.
–Uno de los apartados del manual trata sobre el respeto a la confidencialidad y el secreto médico. ¿Qué puede decirnos sobre este tema?
–La confidencialidad es la base de la relación con el paciente desde siempre, y es uno de los principios que venimos arrastrando desde Hipócrates. Hay que tener respeto por lo que te cuenta el paciente, una información que pone solamente en tus manos. Actualmente, con la posibilidad de tener cámaras en los móviles, con la facilidad de divulgar imágenes, con la viralidad y, sobre todo, con la falsa sensación de privacidad que uno tiene cuando maneja su teléfono –a pesar de que lo pueden estar leyendo o viendo millones de personas–, nos ha parecido que éste era uno de los principios sobre los que teníamos que hacer más hincapié.
–También se aconseja evitar el consejo médico directo a pacientes virtuales. ¿Qué opina?
–Una de las cosas que ocurren en las redes sociales y en la vida cotidiana es que los pacientes se te acercan a preguntar sobre problemas de salud personales de una forma abierta. Sucede en las redes sociales y a la salida del colegio de tus hijos, cuando otras madres se acercan a preguntarte. Por ello hemos hecho un llamamiento a tener cuidado ante estas situaciones, ya que un médico, del mismo modo que no puede pasar consulta en la sala de espera de su hospital, tampoco lo puede hacer en las redes sociales. Es algo que deja muy claro el Código Deontológico.
–¿Y sobre la responsabilidad acerca de la información médica difundida en las redes sociales?
–Se trata de un punto muy importante por dos motivos. En primer lugar, porque internet es una jungla de información médica. Los temas médicos interesan, la gente los busca, el 60% de los pacientes declaran que buscan sus síntomas ante de ir al médico... Y se encuentran con una variedad tal en cuanto a calidad y contenidos que se pierden. Pienso que el médico tiene una responsabilidad virtual de crear contenidos y de redirigir a las personas hacia los buenos contenidos. Y en segundo lugar, creo que tenemos una responsabilidad de atajar aquella información que pueda ser mala o, sobre todo, dañina. En este sentido, tenemos casi la obligación de interceptar titulares sensacionalistas que pueden producir daños reales a las personas.
–Otro apartado hace referencia al buen uso de la publicidad y la marca personal del médico. Háblenos de este punto.
–Representa una llamada a la responsabilidad de los médicos para recordarles que no se puede vender cualquier cosa y de cualquier manera. Es absolutamente lícito utilizar las redes sociales o internet en general para ofertar unos servicios médicos. Lo que no es aceptable es no ser veraz y transparente en lo que ofreces.
–¿Qué otros temas se abordan en el manual?
–Entre otros puntos, mantener el respeto a los compañeros. Por ejemplo en el caso de los «piques» clásicos, que han existido desde siempre, entre el médico hospitalario y el médico de atención primaria. En este sentido, hacemos un llamamiento para que se utilicen las redes sociales como herramienta para dialogar y no como un sitio para «tirarse los trastos a la cabeza».