–¿Qué se entiende como largo superviviente de cáncer?
–Globalmente, consideramos que son aquellos pacientes que han sobrevivido a su enfermedad y al tratamiento cuando han pasado al menos cinco años desde el diagnóstico. En algunos tumores se necesita más tiempo, mientras que en otros a los dos años del diagnóstico ya pensamos que el paciente va a ser curado.
–¿Hay datos disponibles sobre la cantidad de largos supervivientes de cáncer en España?
–Disponemos de unos datos que calificaría de «panorámicos». Aproximadamente, un millón y medio de personas han sido tratadas y sobrevivido a un cáncer. Sin embargo, existen datos de que en apenas un par de años, hacia 2015, la cifra de largos supervivientes puede representar el 5% de la población. Por lo tanto, hablamos de cifras muy importantes que habrá que ajustar con registros poblacionales.
–¿Qué necesidades especiales tienen estos pacientes?
–Las personas que han sobrevivido a un cáncer y sus diversos tratamientos tienen los problemas de cualquier persona normal de su edad, pero en muchas ocasiones se añade un cansancio crónico, mayor tendencia al dolor y efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia. Además, tienen necesidades afectivas, emocionales y sociales no cubiertas, sin olvidar las complicaciones reproductivas, ya que en ocasiones estamos hablando de personas muy jóvenes.
–¿Qué objetivos tiene el Plan Integral de Atención a los Largos Supervivientes de Cáncer?
–En primer lugar, el Plan tiene como objetivo dar a conocer un problema existente. Más de la mitad de los pacientes con cáncer tratados en España superan su enfermedad y se enfrentan a una fase crónica. Lo primero es dar conocer el problema y llamar la atención para establecer circuitos de asistencia preferentes en los distintos niveles de atención sanitaria en nuestro país. También tiene como objetivo crear un cuerpo de información científico validado que en este momento no tenemos.
–¿La creación de este Plan implica la existencia de algún tipo de vacío en la atención a estos pacientes?
–No hablaría de vacío porque los pacientes están siendo atendidos, pero en distintos niveles asistenciales. Se trata de personas que posiblemente están siendo seguidas por su oncólogo durante unos años, al mismo tiempo que van a su médico de familia y a otros profesionales. Esto da lugar a reiteración y en cada nivel pensamos que hay que ofrecer lo que la persona necesite.
–El Plan también incluye una Guía de Práctica Clínica. ¿Qué nos puede comentar de esta guía?
–En la Guía se ha comenzado por los tumores más frecuentes –colon y mama– y no solamente incluye aspectos relativos al diagnóstico y el tratamiento, sino que va más allá, abordando también las complicaciones más frecuentes de los tratamientos y las recomendaciones a los pacientes según el tumor que hayan tenido. Pretendemos hacer lo mismo con el resto de tumores.
–El Plan hace énfasis en el distinto papel del oncólogo y del médico de AP en la asistencia a estos pacientes. En su opinión, ¿cuál debería ser ese papel?
–Para este Plan se ha contado con la colaboración de las sociedades científicas de atención primaria, profesionales de enfermería, trabajadores sociales, psicólogos y, por supuesto, oncólogos. Se pretende que el paciente sea atendido allí donde sea más conveniente. En algunas comunidades se ha creado la figura del oncólogo referente para coordinar la asistencia a los pacientes largos supervivientes en el área de salud y ha sido un modelo de éxito. La mayoría de problemas de salud serán solucionados, como los de cualquier persona, por el médico de AP. Pero insistimos en la vinculación y en la creación de circuitos preferentes de atención con los oncólogos de los hospitales más cercanos o centros de referencia para que, en caso de problema específico, exista una derivación preferente que permita solucionarlo.