La Federación Internacional de Diabetes (FID), entidad organizadora de la jornada, ha querido hacer hincapié en que toda persona diabética corre el riesgo de perder la visión, y que entre los factores de riesgo de la retinopatía destacan la duración de la diabetes, los niveles altos de glucosa en sangre y la presión arterial elevada. También se sabe que el riesgo es mayor para las personas con diabetes tipo 1 y para las de raza caucásica.

La enfermedad ocular es resultado directo de la hiperglucemia crónica, que causa daño a los pequeños vasos de la retina. El Informe Mundial sobre la Diabetes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la retinopatía diabética causó en 2010 a escala mundial el 1,9% de todos los casos de deterioro visual grave o moderado y el 2,6% de los casos de ceguera. Los estudios sugieren que la prevalencia de cualquier forma de retinopatía entre las personas con diabetes es del 35%, mientras que la retinopatía proliferativa afecta al 7% de esta población.
No obstante, tanto la OMS como la FID resaltan que se puede hacer frente a este grave problema mediante la detección precoz y que, en este sentido, los profesionales de atención primaria desempeñan un papel esencial.
«La retinopatía diabética es una de las complicaciones de la diabetes que al principio son silenciosas y, por lo tanto, no se detecta si no se va a buscar directamente –comenta Josep Franch, médico de familia del Área Básica de Salud Raval Sud de Barcelona y miembro de la Fundación RedGDPS (Red de Grupos de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud)–. Por este motivo tienen tanta importancia las campañas de cribado de fondo de ojo. Actualmente disponemos de muchas cámaras no midriáticas que nos permiten de forma periódica realizar análisis de fondo de ojo a las personas diabéticas para detectar la retinopatía.
Lamentablemente, en la actualidad la diabetes es la principal causa de ceguera en el mundo desarrollado. Por lo tanto, si pudiéramos controlar esta complicación ayudaríamos a controlar este grave problema que tanto limita la calidad de vida de las personas.»
Franch destaca que en nuestro país el cribado periódico de la retinopatía se lleva a cabo habitualmente desde la AP, aunque con distinto grado de implantación dependiendo de cada comunidad autónoma, remitiendo a los servicios hospitalarios de oftalmología solamente aquellos casos en los que existen dudas diagnósticas o cuando se detectan otras patologías oculares relevantes.
Otras complicaciones
Evidentemente, la retinopatía es una de las complicaciones que deben tenerse en cuenta, pero no la única. Josep Franch recuerda que la diabetes tiene dos grandes tipos de complicaciones. Por una parte, las agudas, causadas por la disminución o elevación de los niveles de glucosa, «como la clásica hipoglucemia, que todo el mundo conoce, o la hiperglucemia, que puede provocar un coma hiperosmolar o a una cetoacidosis».
Por otra parte, están las complicaciones crónicas, derivadas del daño que han ido recibiendo las arterias y los nervios a lo largo del tiempo, y que se distinguen entre macrovasculares, si afectan a arterias de gran calibre, como las del cerebro, el corazón o las piernas, o microvasculares, si afectan a las de pequeño calibre, como las del riñón o del ojo. «Por otro lado –recuerda Franch- tenemos las neuropatías, algunas son consecuencia directa de la diabetes, y en las que también tienen importancia las pequeñas arterias.»
Respecto a las complicaciones macrovasculares, la séptima edición del Atlas de la Diabetes de la FID, publicado en 2015, cita la enfermedad cardiovascular como la causa más común de muerte e incapacidad entre las personas con diabetes y que su tasa de prevalencia en esta población duplica o triplica a la de la población no diabética. Afortunadamente, estudios realizados en algunos países –Norteamérica, Escandinavia, Reino Unido– han registrado importantes reducciones de la incidencia de episodios cardiovasculares entre las personas con diabetes tipos 1 y 2 en los últimos 20 años, aunque tales reducciones han sido mayores entre la población no diabética. A ello han contribuido la disminución del tabaquismo y un mejor control de la enfermedad y de los factores de riesgo cardiovasculares asociados.
En cuanto a la enfermedad renal, estudios recientes muestran que al menos el 80% de los casos de nefropatía terminal están causados por la diabetes, por la hipertensión o por la combinación de ambas enfermedades. La proporción de casos de enfermedad renal atribuibles solamente a la diabetes se estima entre el 12 y el 55% y es 10 veces más prevalente en personas con diabetes que sin ella.
Además, la enfermedad incrementa dramáticamente el riesgo de amputación debido a úlceras de pie no curadas e infectadas. Las tasas de amputación entre personas con diabetes es entre 10 y 20 veces superior que entre personas sin diabetes. Durante la pasada década, la tasa de amputaciones varió entre 1-5 y 3,5 casos por cada 1.000 personas al año entre la población diagnosticada de diabetes. Sin embargo, la buena noticia es que en algunos países desarrollados, incluida España, esas tasas se han visto reducidas entre un 40 y un 60% en los últimos 10 a 15 años.
Se trata de tendencias favorables, pero no hay que olvidar que el número de afectados sigue creciendo de forma imparable en todo el planeta y que la enfermedad está implicada en la muerte de 3,7 millones de personas cada año, muchas de ellas prevenibles.
Tsunami de cifras
La OMS dedicó este año su Día Mundial de la Salud, el pasado 7 de abril, a esta enfermedad. Con el lema «Vence a la diabetes», se puso de relieve que esta epidemia está aumentando rápidamente en muchos países, y de manera extraordinaria en los países de ingresos bajos y medios, a pesar de que una gran proporción de los casos son prevenibles.
Según el Informe Mundial sobre la Diabetes, la cifra de adultos afectados por la enfermedad en 2014 había alcanzado los 422 millones en todo el mundo, cuando en 1980 era solamente de 108 millones. La prevalencia se ha duplicado desde entonces, pasando en la población adulta del 4,7 al 8,5%.
En cuanto a los datos de mortalidad, provocó en 2012 más de 1,5 millones de defunciones. Además, «un nivel de glucosa en sangre superior al deseable provocó otros 2,2 millones de muertes, al incrementar los riesgos de enfermedades cardiovasculares y de otro tipo», cita el informe. La organización estima que la enfermedad será en 2030 la séptima causa de defunción.
En cuanto a los costes, la FID calcula que el gasto mundial en salud para tratar la diabetes y controlar sus complicaciones ascendió en 2015 a más de 673.000 millones de dólares, lo que representa el 12% del total del gasto mundial en salud.
Prevalencia en España
En nuestro país la prevalencia es superior a ese 8,5% que apunta la OMS a escala mundial. Josep Franch explica que «el último gran estudio realizado en España es el Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., que publicó sus datos en 2012 y del que actualmente se está llevando a cabo una extensión para calcular la incidencia. Este estudio nos mostró que el 13,8% de los adultos en España presentaba enfermedad diabética», es decir, que el número de personas afectadas por la enfermedad en nuestro país es superior a los 5,3 millones.
Otro dato importante que se extrae del estudio Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. es que el 6% de la población adulta española es diabética y lo desconoce. Tanto la FID como la OMS hacen hincapié en que uno de cada dos adultos diabéticos del planeta está sin diagnosticar, y una proporción importante ya presentan complicaciones como retinopatía, enfermedad cardiovascular, enfermedad renal o neuropatía.
Para Josep Franch, el porcentaje de diabetes no diagnosticada es algo que depende mucho de cada zona del mundo. «El estudio Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. mostraba que en España la proporción de personas diabéticas sin diagnosticar es algo superior al 40% –explica–. En muchos países es la mitad, pero esto depende también del sistema sanitario y de la tecnología. Para evitar este problema hay que fomentar el diagnóstico precoz, lo cual se consigue sabiendo identificar los factores de riesgo de la enfermedad y realizando un cribado activo para detectarla cuando a la consulta de AP llegue una persona con factores de riesgo.»