Bajo el título «Una perspectiva global del diagnóstico y tratamiento de la enfermedad diverticular: similitudes y diferencias», un simposio celebrado en el marco de la XXVI United European Gastroenterology Week, que tuvo lugar en Viena del 20 al 24 de octubre, revisó el abordaje de esta patología en las guías de práctica clínica, así como su fisiopatología y tratamiento y algunos aspectos que hoy día siguen siendo objeto de controversia.
Lo que dicen (o no) las guías
Las guías clínicas abordan en general la enfermedad diverticular, pero no todas se refieren específicamente a la enfermedad diverticular sintomática no complicada. Esta ausencia de directrices es consecuencia de la dificultad para definir esta entidad, cuyos síntomas se solapan con frecuencia con los del síndrome de intestino irritable u otros trastornos funcionales intestinales.
Sí existe consenso en que la diverticulosis aumenta con la edad, por lo que, puesto que el envejecimiento de la población es un fenómeno global, la prevalencia de esta patología se está incrementando en la mayoría de países.
La edad se considera una de las causas principales del debilitamiento de la pared colónica –factor clave en la fisiopatología de la enfermedad diverticular–, pero no la única. También una dieta baja en fibra es una causa fundamental, aunque no se ha podido demostrar claramente que una mayor ingesta de fibra ejerza efectos protectores o mejore los síntomas intestinales. De ahí que las guías no incluyan entre sus recomendaciones la suplementación con fibra sola de forma generalizada.
Tampoco existen evidencias firmes respecto al papel de las semillas y los frutos secos en el desarrollo de complicaciones de la enfermedad diverticular, por lo que las guías no recomiendan evitar su consumo.
Dado que las evidencias, en un sentido u otro, son de baja calidad, de momento la controversia persiste y se sigue investigando.
Recuperando el equilibrio de las bacterias
El microbioma puede ser la conexión existente entre la dieta y la enfermedad diverticular. La dieta y el estilo de vida occidentales se correlacionan claramente con la enfermedad diverticular e influyen en la diversidad de la microbiota intestinal.
En pacientes con enfermedad diverticular se han identificado desequilibrios en la microbiota (disbiosis), particularmente por depleción de bacterias con efectos beneficiosos (Clostridium clúster IX, Fusobacterium y Lactobacillaceae) y aumento de grupos de bacterias proinflamatorias potencialmente perjudiciales (Bacteroides y Prevotella).
Los antibióticos no absorbibles como rifaximina son una de las estrategias más eficaces para modificar la microbiota intestinal y corregir la disbiosis. Gracias a su mecanismo de acción múltiple, rifaximina ejerce una modulación bacteriana, con efectos eubióticos, y, además, con una acción antiinflamatoria en la mucosa intestinal.
Según los expertos, en la enfermedad diverticular rifaximina es el tratamiento de elección, ya que su administración junto con fibra suplementaria es eficaz en el alivio de todos los síntomas y en la prevención del desarrollo de complicaciones a largo plazo como la diverticulitis.