Restablecer la circulación después de un ictus isquémico es clave para preservar la función del área del cerebro afectada y conseguir que los pacientes se recuperen con las menores secuelas posibles. Un estudio coordinado por investigadores del Hospital Clínic-IDIBAPS y publicado en la revista JAMA demuestra que la administración de un tratamiento después de la intervención para atrapar el trombo mejora el pronóstico de los pacientes de forma significativa. Este trabajo supondrá un cambio de paradigma en el tratamiento del ictus isquémico.
Hasta la fecha, la enfermedad cerebrovascular (ictus), en lugar de aparecer en la CIE dentro de las enfermedades del sistema nervioso, se encontraba incluida dentro de las enfermedades del aparato circulatorio, lo que provocaba cierta confusión con las enfermedades cardiacas.
El ictus es uno de los principales problemas de salud a los que se enfrenta la sociedad en la actualidad por su gran prevalencia e incidencia. De hecho, Juan José Zarranz -catedrático emérito del departamento de Neurociencias de la Universidad del País Vasco y presidente de la sección de Neurología de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB)- ha explicado que “el ictus cerebral es el proceso médico que más estancias hospitalarias, invalidez y mortalidad causa”. Además, la incidencia de esta enfermedad aumenta cada año y se estima que para el 2035 el número total de accidentes cerebrovasculares se incremente un 35% en Europa.