La pandemia de COVID-19 supone un gran desafío para las personas con diabetes; entre otros efectos, ha provocado que muchas de sus rutinas normales se hayan interrumpido bruscamente para respetar las restricciones impuestas. A juicio del presidente de la SED, “el efecto inmediato es que se ha afectado enormemente la capacidad de estas personas para acceder y recibir atención médica, obtener medicamentos y material de control para la diabetes, así como para mantener un estilo de vida saludable”, afirma el presidente de la SED, que es director de Unidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona).
Como advierte el experto, si bien en la actualidad se desconocen las implicaciones para la salud a largo plazo de la COVID-19 en las personas con diabetes, “los datos disponibles indican que incluso una interrupción a corto plazo en la atención habitual que reciben estas personas puede ser catastrófica, especialmente en pacientes mayores, de áreas desfavorecidas y con menor capacidad para la automonitorización y autoajuste del tratamiento”.
Impacto en DM1 y DM2
Aunque la información sobre las consecuencias indirectas de la pandemia COVID-19 en las personas con diabetes es limitada, ya se tienen datos que permiten valorar el impacto de la primera ola, tanto en personas con diabetes tipo 1 (DM1) y como en personas con diabetes tipo 2 (DM2)
Los estudios realizados en España en personas con DM1 que utilizan monitorización continua de glucosa (MCG) o monitorización flash de glucosa muestran que durante la cuarenta no hubo modificaciones, e incluso se obtuvieron efectos beneficiosos sobre el control glucémico. Según considera Pérez, “esta mejoría podría deberse a dedicar más tiempo al control de la diabetes, tener horarios más regulares y menor estrés relacionado con desplazamientos y el trabajo”.
Sin embargo, como matiza el presidente de la SED, “estos resultados probablemente no son aplicables a personas con diabetes tipo 1 menos motivadas por el control, que no utilizan monitorización continua de glucosa y/o cuya situación sociolaboral compite por el tiempo dedicado al manejo de la diabetes”. Así, por ejemplo, en personas con DM1 que participaron en el ‘Taking Control of Your Diabetes’ en Estados Unidos, el 46% refería que la pandemia le dificultaba el manejo de la diabetes y en alrededor del 25% un aumento en la frecuencia de los niveles altos de glucemia y en la variabilidad de la misma. De la misma forma, una encuesta web llevada a cabo en España entre más de 600 personas con DM1, dos tercios referían deterioro del control glucémico y 4 de cada 10 aumento de peso durante el confinamiento.
La población con diabetes tipo 2 es mucho más heterogénea que la población con DM1 en aspectos tan relevantes como el tratamiento, la monitorización del control y la competencia para realizar autoajustes del tratamiento y en la utilización de herramientas que facilitan la consulta remota. Entre otras evidencias, en un estudio italiano se ha demostrado, por ejemplo, como el confinamiento indujo un empeoramiento del control metabólico a corto plazo en el 26% de pacientes con DM2 previamente bien controlados.
Por las características de las poblaciones estudiadas y el entorno asistencial, según detalla Antonio Pérez, “estos datos no son aplicables a la población general con diabetes tipo 2, especialmente en aquellas en las que la intervención del sistema sanitario es imprescindible para la monitorización del control y la intensificación del tratamiento”. Además, como añade el presidente de la SED, “teniendo en cuenta que los datos publicados son a muy corto plazo y el carácter progresivo de la diabetes tipo 2, es de esperar que la ausencia o reducción de la monitorización y de intensificación del tratamiento conlleve mayor deterioro del control a más largo plazo”.
En este sentido, según se ha evidenciado en una amplia cohorte de pacientes del Reino Unido, es alarmante la enorme reducción (77-84%) en la determinación de HbA1c y en la prescripción de metformina e insulina, particularmente en personas mayores con DM2. También se ha observado, en un estudio alemán, una acusada disminución en el número de personas con ≥1 cambio en la medicación para la diabetes.
El retraso en el diagnóstico de la DM2 es otra consecuencia indirecta de la pandemia COVID-19. En el Reino Unido, en los primeros 4 meses del confinamiento hubo una reducción del 69-70% en nuevos diagnósticos de diabetes tipo 2, lo que representaría no realizar o retrasar más de 45.000 diagnósticos en este periodo.