Entre los datos de la encuesta, que se ha presentado en el marco del Congreso Europeo Anual de Reumatología (EULAR 2017), destaca que más de la mitad de las personas con AR consideran que no tienen suficiente flexibilidad en su trabajo y que hasta un 43% y un 39% de las personas con AR se sienten limitadas en sus puestos de trabajo por la fatiga y el dolor, respectivamente. Estos datos resultan relevantes si tenemos en cuenta que el pico de incidencia de la AR se produce entre los 45 y los 55 años, en plena edad laboral.
Asimismo, cuatro de cada cinco sitúan como uno de sus principales retos poder completar tareas diarias sin dificultad. Una afirmación que encaja con el hecho de que un 60% de las personas con AR señala que les resulta muy complicado realizar ejercicio físico y que una de cada cuatro afirma tener problemas con las rutinas de aseo personal.
Unas limitaciones en actividades tan básicas como el aseo personal, salir a dar un paseo, realizar las tareas domésticas o arreglarse para salir a la calle que, lógicamente, terminan traspasando la barrera de lo físico para impactar directamente en las emociones de estas personas. De esta manera, al dolor, la fatiga o la rigidez articular hay que añadir la frustración que sienten el 65% de las personas con AR, con sentimientos asociados de estrés y ansiedad, debido precisamente a esta incapacidad de realizar actividades que la población general lleva a cabo sin ninguna dificultad. El 40% de estas personas tiene además problemas con su pareja debido a la AR. Estas dificultades resultan mayores en las personas con menos de 40 años frente a las personas con más de 60 años, donde la diferencia apenas es significativa.