A comienzos de 2020 la Sociedad Española de Neurología (SEN) estimaba que entre un 25-30% de la población adulta española presentaba insomnio transitorio y que un 10-15% sufría de insomnio crónico. Una prevalencia que aún era más alta entre algunos grupos profesionales, por ejemplo, entre los sanitarios, donde el insomnio ya afectaba a un 45% de los mismos.
«Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas.» Es una frase de Woody Allen y no le falta razón sobre este punto. Dormir es una función biológica básica y tanto la cantidad como la calidad del sueño son fundamentales para nuestro funcionamiento como seres vivos. Pero no todas las personas descansan lo suficiente y gran parte de la población no duerme esas ocho horas que propone el cineasta neoyorquino, muchas porque el ajetreo vital no les deja más tiempo –los españoles dormimos una media de apenas siete horas los días laborables-, y otras porque no son capaces de conciliar el sueño cuando lo desean, se despiertan con frecuencia por las noches o lo hacen demasiado pronto a su pesar. Aproximadamente un 30% de la población general se queja de este tipo de problemas.